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Tendencias tecnológicas 2025 en el sector asegurador y su impacto en las corredurías

por CORREDURÍA INTELIGENTE

16 diciembre 2024    •  9 minutos de lectura

Las últimas semanas del año marcan, entre otras cosas, el momento de hacer balance pero también la ocasión de predecir / estimar / especular sobre el futuro, o mejor dicho, el año siguiente que apenas está a unos días. Son las tendencias tecnológicas 2025 en el sector asegurador. Un clásico.

Tenemos claro, sin ir más lejos, que en 2025, el sector asegurador seguirá transformándose bajo el impulso de la tecnología. Las corredurías, como intermediarias clave, estarán en el centro de este cambio, adoptando herramientas que mejoran la eficiencia operativa, la experiencia del cliente y la adaptabilidad a su competitivo entorno

Nuestro análisis (otra forma de aventurarse con las predicciones y/o tendencias) lo hemos querido dividir en dos:

  • en primer lugar, las principales megatendencias que configuran el panorama actual. Hemos seleccionado tres que, si bien llevan tiempo manifestándose, continúan creciendo a gran velocidad y se extienden más allá de un ejercicio anual. Estas corrientes no actúan de forma aislada, sino que se entrelazan, influyéndose mutuamente.
  • y a continuación, analizaremos las tendencias, retos y cambios más destacados que están surgiendo con fuerza y que, a corto y medio plazo, determinarán el futuro del sector asegurador

 

Las «mega» tendencias tecnológicas 2025

(1) : La digitalización total de procesos

La digitalización de los procesos en el sector asegurador ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad que marcará el rumbo hacia 2025 y años siguientes. Este cambio ya ha supuesto un punto de inflexión en la forma en que tanto compañías como el conjunto de la mediación aseguradora gestionan sus operaciones. 

Resulta clave entender el recorrido que ha seguido el sector hasta ahora, hacia dónde se dirige y los retos que implica seguir avanzando por esta senda.

Durante décadas, el sector asegurador ha tenido una fuerte dependencia de los trámites manuales, procedimientos burocráticos y el uso extensivo de documentos en papel. La gestión de pólizas, la atención al cliente o la resolución de reclamaciones representaban una pesada carga operativa, con tiempos de respuesta demasiado largos y altos costes administrativos. 

Sin embargo, la irrupción de las nuevas tecnologías digitales modificó las reglas del juego. La implementación de sistemas avanzados de gestión de pólizas y la adopción de plataformas en la nube, como SegElevia, redujeron la fragmentación de los procesos y agilizaron el trabajo diario.

Para 2025, esta tendencia apunta hacia una digitalización prácticamente total. 

Las aseguradoras avanzan hacia la automatización integral de sus operaciones, desde la emisión de pólizas hasta la resolución de siniestros, gracias a un mayor uso de plataformas SaaS que permiten gestionar datos y tareas en tiempo real. 

Además, la inteligencia artificial y el machine learning analizan grandes volúmenes de información, optimizando la suscripción y la tarificación, mientras que el empleo de contratos inteligentes basados en blockchain agiliza la ejecución de acuerdos y minimiza las intervenciones manuales. 

Por su parte, la atención al cliente se apoya cada vez más en chatbots y asistentes virtuales (exprimiendo el big data y potenciados por la inteligencia artificial), disponibles las 24 horas, capaces de guiar a los usuarios en procesos complejos con rapidez y precisión.

El panorama es claro: las aseguradoras y corredurías que se queden atrás en la adopción tecnológica corren el riesgo de perder competitividad, ver incrementados sus costes y defraudar las expectativas de una clientela cada vez más exigente. Por el contrario, aquellas que abracen la digitalización podrán resolver trámites en minutos en lugar de días, ofrecer experiencias personalizadas a sus clientes, adaptarse con agilidad a los cambios regulatorios y, en definitiva, posicionarse con solidez en el mercado.

Aun así, el escenario no está exento de retos. 

En el camino hacia la digitalización total conviene mejorar la interoperabilidad entre sistemas, facilitar el acceso a las plataformas digitales para todo tipo de clientes y reforzar la ciberseguridad, ya que la mayor dependencia tecnológica también conlleva nuevas vulnerabilidades. Asimismo, no se puede obviar la resistencia al cambio en algunas corredurías, sobre todo las más pequeñas, que podrían tener dificultades económicas o de formación para adaptarse a este nuevo entorno.

Las ventajas potenciales son claras: una mayor eficiencia operativa, la reducción significativa de costes, la capacidad de gestionar un mayor volumen de clientes sin mermar la calidad del servicio, el cumplimiento normativo facilitado por sistemas centralizados y actualizables, así como el aporte a la sostenibilidad empresarial al disminuir el consumo de papel. Sin embargo, también hay inconvenientes que no deben ignorarse. La inversión inicial requerida para implementar estas tecnologías puede resultar elevada, sobre todo para los actores más modestos del sector. El aumento de datos digitalizados los convierte en un blanco atractivo para atacantes cibernéticos, mientras que la automatización de la atención al cliente puede percibirse, en algunos casos, como una deshumanización del trato, algo especialmente sensible en situaciones delicadas o complejas.

Por último, las cuestiones abiertas en torno a 2025 siguen siendo muchas. Es legítimo preguntarse qué tan veloz será la adopción tecnológica entre las corredurías más pequeñas y medianas, o qué medidas se tomarán para garantizar la seguridad y privacidad de los datos en un escenario cada vez más conectado. También surge la duda sobre el impacto en la relación personal entre corredores y clientes y si el esfuerzo económico y logístico que exige esta transformación podrá sostenerse a largo plazo, considerando los costes, los riesgos y las posibles desigualdades tecnológicas dentro del sector. Estas incógnitas reflejan que, aunque la digitalización total parezca el camino inevitable, el debate sobre su alcance, sus límites y su verdadero beneficio sigue abierto y en plena evolución.

 

(2) : Inteligencia artificial en la personalización de productos …y en todo lo demás

Para el año 2025, el sector asegurador se perfila con una transformación que va mucho más allá de simples ajustes tecnológicos. Esta evolución, impulsada por la integración constante —aunque quizá menos ruidosa de lo que podríamos imaginar— de la inteligencia artificial (IA), no se limita a mejorar procesos: busca redefinir por completo la relación entre las aseguradoras, sus clientes y el entorno competitivo en el que operan. Puede sonar ambicioso, pero la realidad es que esta tendencia ya está en marcha.

La IA, que hace solo unos años nos sonaba a ciencia ficción, hoy permite diseñar productos y servicios a la medida de cada cliente. Gracias a su capacidad para analizar cantidades ingentes de datos en tiempo récord, las aseguradoras podrán ofrecer soluciones más personalizadas, casi como un traje hecho a mano para cada situación. Esto, además de facilitar la vida del cliente, beneficia a las corredurías que sepan abrazar estas nuevas herramientas, ya que con ello aumentarán su competitividad y podrán desmarcarse en un mercado cada vez más exigente.

Pero no se trata solo de personalizar pólizas. La IA está interviniendo en múltiples frentes:

Integración de asistentes virtuales y chatbots

Imagínate poder resolver tus dudas sobre una póliza o un siniestro en cualquier momento del día sin tener que esperar a que abran las oficinas. Eso es justo lo que están logrando los asistentes virtuales y los chatbots. Al funcionar las 24 horas, estos “ayudantes” digitales permiten a los clientes sentirse atendidos siempre que lo necesiten. Así, las aseguradoras pueden liberar a su personal de las consultas más rutinarias y dedicar sus recursos humanos a asuntos más complejos, generando una experiencia de usuario mucho más agradable.

Evaluación precisa de riesgos

La IA también marca un antes y un después en la evaluación de riesgos. Hasta ahora, las aseguradoras se basaban en datos históricos y modelos más estáticos. Con la inteligencia artificial, pueden examinar enormes volúmenes de información y ajustar las primas según las características reales de cada cliente, ofreciendo planes más justos y coherentes con su perfil. Este nuevo enfoque no solo beneficia al cliente final, que paga un precio más razonable, sino que ayuda a las aseguradoras a equilibrar mejor su cartera.

Mejora en la detección de fraudes

Hablar de seguros es también hablar de fraude. Aquí, la IA se convierte en una aliada formidable: al analizar patrones, detectar comportamientos fuera de lo común y hacerlo prácticamente en tiempo real, la tecnología ayuda a frenar actividades fraudulentas antes de que se conviertan en un problema mayor. Esto se traduce en menos gastos para las aseguradoras, mayor protección para los clientes honestos y un entorno más transparente para todos.

Uso de IA en ciberseguridad

No podemos olvidar el frente digital. A medida que gestionamos cada vez más información online, las amenazas cibernéticas aumentan. La IA aporta aquí una capa extra de protección: puede identificar ataques en tiempo real, bloquear accesos sospechosos y salvaguardar datos confidenciales con una eficacia difícilmente alcanzable por métodos más tradicionales. En un escenario donde la confianza es esencial, contar con sistemas así de robustos proporciona una tranquilidad invaluable.

Adopción de IA generativa

La IA generativa, un campo que hace apenas unos años sonaba a ciencia ficción, ya está creando contenidos y optimizando tareas que antes requerían mucho tiempo humano. Se prevé que, de cara a 2025, un 95% de las aseguradoras en España estén utilizando o, al menos, contemplando la adopción de esta tecnología. Su promesa es clara: agilizar procesos, resolver incidencias con más rapidez y, en definitiva, encontrar nuevas vías de eficiencia en un mundo que cambia sin descanso.

Automatización de procesos operativos

Más allá de las grandes innovaciones, la IA también sirve para hacer más liviano el día a día de las empresas. La gestión de siniestros o el procesamiento de reclamaciones, tareas que a menudo resultan lentas y engorrosas, ahora pueden automatizarse. Con ello, las aseguradoras no solo ahorran tiempo y reducen costes, sino que pueden centrar sus esfuerzos en cuestiones más estratégicas, lo que al final del día repercute en una experiencia más satisfactoria para el cliente.

Tendencias tecnológicas 2025 en el sector asegurador y su impacto en las corredurías

En resumen, el horizonte que se dibuja hacia 2025 es el de un sector asegurador más ágil, más justo y más centrado en las personas, donde la inteligencia artificial deja de ser una promesa para convertirse en una herramienta cotidiana. Las corredurías y aseguradoras que sepan adoptar estas tecnologías con visión a largo plazo estarán mejor preparadas para un mercado que exige respuestas rápidas, ofertas a medida y, sobre todo, una relación más humana con sus clientes, pese a la elevada sofisticación de las herramientas que hay tras bambalinas.

 

(3) : Ciberseguridad como prioridad

A medida que el sector asegurador avanza hacia una digitalización completa, la ciberseguridad deja de ser un tema secundario para convertirse en un pilar absolutamente fundamental. Pensemos que hoy en día manejamos información muy sensible, desde datos personales hasta detalles financieros. Por eso, las compañías de seguros no solo van a invertir en tecnologías más avanzadas para proteger esos datos, sino que también van a asumir un papel más activo a la hora de orientar a sus clientes sobre cómo mantenerse a salvo en un mundo cada vez más conectado. Las corredurías, en particular, tendrán el desafío de ayudar a las personas a entender qué prácticas son recomendables y cuáles conviene evitar, ya que la seguridad digital es algo que a todos nos afecta, aunque no seamos expertos en la materia.

¿Qué veremos exactamente?

De cara a 2025, el panorama de la ciberseguridad no solo cambiará, sino que seguirá mutando a gran velocidad. Ya no estamos ante una simple evolución, sino ante una especie de “revolución” en la forma de proteger datos y sistemas. A continuación, repasaremos cuatro tendencias que, con toda seguridad, marcarán el futuro inmediato del sector. La idea es que entiendas no solo qué sucede, sino también por qué es relevante y qué implica para el mundo de los seguros.

a. Inteligencia artificial en ciberseguridad
La inteligencia artificial (IA) no es una mera herramienta futurista; hoy ya está presente, pero su papel en la ciberseguridad es cada vez más crucial. Gracias a su capacidad para revisar montones de datos en tiempo real, la IA puede detectar amenazas antes de que tengan tiempo de causar estragos. No se trata solo de parchar brechas, sino de anticiparse a posibles ataques, encontrar puntos débiles en los sistemas y responder con rapidez. Para las aseguradoras, esto puede traducirse en menos sustos, menos pérdidas y una mayor confianza por parte de sus clientes. En otras palabras: la IA se convierte en un aliado silencioso que mantiene a raya a quienes pretenden hacer daño.

b. Seguridad en dispositivos IoT
Si antes nos preocupábamos por el virus que podía infectar el ordenador de la oficina, ahora tenemos que pensar también en las cámaras inteligentes, los sensores de movimiento o los dispositivos de monitorización en el hogar. El llamado Internet de las Cosas (IoT) hace que muchos aparatos estén conectados a la red, ampliando así las puertas potenciales por donde pueden entrar ciberdelincuentes. Esto no significa que debamos desconectarlo todo, sino que las aseguradoras tendrán que reforzar las defensas de cualquier dispositivo involucrado en su operativa. Además, deberán segmentar las redes y establecer protocolos claros, de modo que un punto débil no comprometa todo el sistema. Para los clientes, la tranquilidad de saber que la compañía está tomando estas precauciones será un factor clave a la hora de confiar en sus servicios.

c. Ransomware como servicio (RaaS)
El término suena un poco raro, pero “Ransomware como Servicio” (RaaS) es, lamentablemente, una realidad creciente. Básicamente, grupos de delincuentes ofrecen paquetes completos de herramientas para lanzar ataques de ransomware, como si fuera un negocio digital más. Esto permite que incluso quienes no son expertos en ciberdelito puedan provocar daños considerables. Para las aseguradoras, este escenario implica reforzar sus sistemas, hacer copias de seguridad fiables y educar a sus equipos para actuar con rapidez ante cualquier intento de extorsión. La idea es que, si algún ataque tiene lugar, el impacto se limite al mínimo y se pueda recuperar el control sin grandes pérdidas.

d. Escasez de talento en ciberseguridad
Por último, uno de los grandes retos que se avecinan es encontrar a las personas adecuadas para ocupar puestos en ciberseguridad. La demanda de profesionales especializados está disparada y no hay suficientes expertos para cubrir todas las vacantes. Las aseguradoras, al igual que otras empresas, tendrán que poner en marcha estrategias inteligentes para captar y retener a este talento tan preciado. Quizá se trate de ofrecer más formación interna, mejorar las condiciones laborales o, simplemente, mostrar una cultura corporativa atractiva. De una forma u otra, la falta de profesionales podría afectar la rapidez y eficacia con la que se responda a las amenazas.

En definitiva, las tendencias que estamos viendo forzarán a las aseguradoras a trabajar duro en sus estrategias de ciberseguridad. No se trata solo de comprar el último sistema o de cumplir con la normativa, sino de generar un entorno en el que los datos de los clientes estén realmente protegidos. Se espera que las compañías refuercen sus defensas tecnológicas, actualicen protocolos y formen continuamente a su personal. De este modo, podrán mantener la confianza de sus clientes en una época en la que las amenazas digitales surgen de formas cada vez más ingeniosas y sorprendentes. Y es que, en un mundo tan conectado, la seguridad deja de ser un mero “plus” para convertirse en un elemento central de la relación entre las aseguradoras y las personas que confían en sus servicios.

 

 

Muy bien, hasta ahora han sido «mega» tendencias….pero si hay que ir al grano…

 

Las tendencias tecnológicas 2025 en el sector asegurador (y por supuesto en el conjunto de la mediación)…serían, concretamente….

…esas que, poco a poco, van echando raíces en el día a día de las corredurías. Pero tienen nombre concreto, como producto, como servicio o como tecnología que específicamente se está implementando o lo hará en poco tiempo.

Todas ellas, una a una, van empujando el sector hacia nuevas formas de trabajar, relacionarse con el cliente o utilizar la tecnología.

Estamos hablando de temas, procesos y herramientas que se integran casi de manera natural, aunque a ritmos distintos según la empresa, el equipo y el contexto.

La transformación digital no sigue un calendario fijo ni un patrón uniforme. Es como un viaje en el que algunas corredurías avanzan con paso firme, mientras otras van tanteando el terreno para no arriesgar más de la cuenta. Por este motivo, resulta complicado marcar un punto exacto en el que una tendencia deja de ser “futurible” para convertirse en una realidad palpable. Unas la adoptan antes, otras después, y no hay un manual que diga “a partir de este mes, esta tecnología es el nuevo estándar”.

Lo que sí está claro es que, si todavía no las has incorporado o estás en pleno proceso de hacerlo, lo que vas a leer no es una moda pasajera.

Una vez que empiezas a trabajar con herramientas digitales más potentes, a automatizar ciertos procesos o a utilizar datos para tomar decisiones más informadas, es muy difícil volver atrás. No se trata solo de una correduría en particular, sino de todo un ecosistema asegurador que va moviéndose en esta dirección.

a) La promesa silenciosa del blockchain y los contratos inteligentes

Aunque a veces parezca que ciertas tecnologías avanzan en un segundo plano, la adopción de blockchain en el sector asegurador es un claro ejemplo de cómo las innovaciones pueden arraigar sin hacer demasiado ruido. Una de las grandes ventajas que trae consigo esta tecnología son los llamados “contratos inteligentes”. Y no, no hablamos de algo lejano o futurista, sino de una herramienta con potencial para transformar procedimientos que, hasta ahora, solían requerir mucha burocracia y mediaciones que nos resultaban inevitables.

Con el blockchain, los contratos inteligentes funcionan como acuerdos que se ejecutan automáticamente cuando se cumplen ciertas condiciones previamente definidas, sin que nadie tenga que intervenir de forma manual. Por ejemplo, piensa en un seguro de viaje: si tu vuelo se retrasa, el contrato inteligente podría activar el pago de la indemnización de manera inmediata, sin que tengas que rellenar formularios ni esperar largas colas de atención al cliente. Este tipo de automatización no solo facilita la vida a los asegurados, sino que también reduce costes operativos para las corredurías, al simplificar procesos que antes eran más lentos y engorrosos.

tendencias tecnológicas 2025 sector asegurador

Otras aplicaciones interesantes:

  • Trazabilidad digital e identificación de activos:

    • Imagina la complejidad que supone asegurar bienes de alto valor, como diamantes, donde es imprescindible conocer la autenticidad y procedencia exacta de cada piedra. Con el blockchain, se puede llevar un registro inalterable de la trayectoria de ese diamante, desde la mina hasta el comprador final. Empresas como Everledger ya utilizan este tipo de soluciones, asegurando que lo que se declara es realmente lo que se entrega. De esta forma, se reduce el fraude y se genera mayor confianza, tanto para las corredurías como para los clientes.
  • Seguros paramétricos:

    • Este tipo de pólizas, estrechamente ligadas a condiciones objetivas y cuantificables (como datos meteorológicos), pueden activarse sin que nadie tenga que revisar papeles ni pruebas adicionales. Por ejemplo, si tienes un seguro agrícola atado a la cantidad de lluvia recibida, y la precipitación cae por debajo de un cierto nivel, el pago del seguro se ejecuta de forma automática. Esto resulta especialmente beneficioso en contextos donde la velocidad es crucial: el agricultor recibe la compensación a tiempo para tomar decisiones antes de que la situación empeore, y la aseguradora evita el costoso y lento proceso de verificación manual.

En definitiva, la implementación de blockchain y los contratos inteligentes en el mundo de los seguros es un paso natural hacia la eficiencia, la transparencia y la adaptación a las nuevas expectativas del mercado. Lo interesante es que no se trata de una promesa vacía ni de un experimento aislado, sino de herramientas que ya están demostrando su valía y que, con toda probabilidad, verán una adopción cada vez mayor en el futuro cercano. Al final, la idea es ofrecer un entorno más sencillo, justo y seguro tanto para las corredurías como para sus clientes, en un contexto donde la tecnología deja de ser una rareza para convertirse en un aliado cotidiano.

 

b) La personalización llevada al extremo: los seguros bajo demanda

Cuando hablamos de seguros, a muchos se nos viene a la cabeza la idea de tener la misma póliza durante años, incluso aunque nuestras circunstancias o necesidades hayan cambiado. Sin embargo, ese paradigma está dando paso a una tendencia que, para 2025, se perfila como algo más que una simple novedad: los seguros bajo demanda. Imagina la comodidad de pagar solo por el tiempo en que realmente necesitas una cobertura y poder desactivarla tan fácilmente como si apagaras la luz al salir de una habitación.

Esto ya no es un sueño lejano, sino una realidad que está ganando terreno gracias a la tecnología.

Los seguros bajo demanda —también conocidos como “on-demand”— están redefiniendo la relación entre las aseguradoras y sus clientes. Lejos de las pólizas rígidas de antaño, ahora podemos activar o desactivar coberturas específicas según nuestras circunstancias del momento. Por ejemplo, si acabas de comprar un nuevo dispositivo electrónico, no estás obligado a contratar un seguro anual si solo quieres protegerlo mientras viajas o lo llevas fuera de casa. Basta con encender la cobertura durante ese periodo y apagarla cuando ya no la necesites. Este enfoque no solo se adapta mejor al ritmo de vida actual, sino que también evita pagar de más por protecciones que, quizá, no estés utilizando constantemente.

Un caso interesante es el de “Klinc” de Zurich en España, pensado inicialmente para una generación más joven, pero cuya filosofía puede extenderse a cualquier perfil de cliente. Esta plataforma permite asegurar dispositivos como teléfonos móviles, tabletas u ordenadores únicamente durante el tiempo que uno lo considere necesario. Con un simple toque en el móvil, el usuario puede activar o desactivar la cobertura, sin trámites engorrosos ni permanencias forzadas. La idea es ofrecer una experiencia clara, ágil y ajustada al día a día de la persona, en lugar de obligarla a encajar en un producto estándar.

Este auge de los seguros bajo demanda no ocurre en solitario. Muchas aseguradoras están estableciendo alianzas con insurtechs —esas empresas tecnológicas y ágiles que traen un soplo de aire fresco al sector— para desarrollar soluciones más dinámicas y flexibles. La meta es satisfacer un mercado en el que los clientes ya no quieren sentirse atrapados en un contrato extenso, sino ser partícipes de una relación más equilibrada y transparente con su aseguradora.

La expansión de este modelo no se limitará solo a dispositivos electrónicos. Es muy probable que veamos la contratación de seguros bajo demanda para otros ámbitos, desde el alquiler de un coche durante unas vacaciones hasta la cobertura de un dron utilizado en un evento puntual. La clave está en que la tecnología, incluida la inteligencia artificial y el análisis de grandes volúmenes de datos, permitirá a las compañías conocer mejor a cada cliente, entender sus hábitos, anticiparse a sus necesidades y, en consecuencia, ofrecer productos a la carta.

Así, en lugar de encajar al cliente en la lógica de la aseguradora, es la aseguradora la que se adaptará al cliente, algo que, sin duda, marcará el pulso del sector en el futuro próximo.

 

c) Más allá de la IA: el Internet de las Cosas (IoT) se consolida como un aliado clave

Aunque la inteligencia artificial suele acaparar titulares, no es la única fuerza transformadora en el sector asegurador. El Internet de las Cosas (IoT) está pisando fuerte, aportando su propia cuota de innovación e impulsando cambios que, para 2025, podrían ser aún más profundos. Si hablamos en términos sencillos, el IoT conecta objetos cotidianos a la red —desde un coche hasta el termostato de tu casa—, de modo que pueden compartir información y tomar decisiones más inteligentes. En el ámbito de los seguros, este intercambio de datos en tiempo real promete no solo productos más ajustados a cada persona, sino también un entorno más seguro y preventivo.

La evolución del IoT en el sector asegurador

Hasta hace unos años, era impensable que una aseguradora pudiera saber cómo conduce realmente un cliente, o qué pasa en una vivienda cuando el propietario no está en casa. Hoy, sin embargo, dispositivos como sensores domésticos, coches con telemetría integrada o pulseras deportivas están dando a las compañías datos valiosos que les ayudan a entender las necesidades de cada uno. Gracias a ello, las pólizas ya no se basan únicamente en suposiciones o patrones generales, sino que pueden adaptarse al comportamiento real del usuario.

Ejemplos concretos de aplicación actual

  • Seguros de automóviles:

    • Aquí, los dispositivos telemáticos instalados en el vehículo permiten saber si el conductor respeta los límites de velocidad, frena con suavidad o conduce con brusquedad. Estas métricas permiten ajustar la prima al nivel de riesgo real. Un conductor prudente y respetuoso con las normas quizá obtenga mejores condiciones que otro con hábitos más arriesgados.
  • Seguros de hogar:

    • Sensores capaces de detectar humo, fugas de agua o incluso movimientos extraños pueden alertar de inmediato a la aseguradora y al propietario, evitando que un pequeño incidente se convierta en un desastre. Esto no solo reduce daños y costes, sino que además permite una intervención más rápida y eficiente.
  • Seguros de salud:

    • Los wearables —esas pulseras o relojes inteligentes que miden tu actividad física o tu pulso— pueden informar a la aseguradora sobre tu estilo de vida. Si eres una persona activa que cuida su alimentación y hace ejercicio regularmente, podrías beneficiarte de tarifas más ajustadas o incluso programas de salud personalizados. De algún modo, la aseguradora deja de ser un mero pagador de siniestros y se convierte en un aliado que te ayuda a mantenerte sano.

Proyecciones para 2025 : impacto y retos

La cifra impresiona: se estima que habrá unos 27.000 millones de dispositivos IoT conectados a escala global. Es decir, la información disponible será masiva y, si se analiza con inteligencia, permitirá a las aseguradoras afinar sus modelos de negocio, entender mejor a sus clientes e incluso anticiparse a los problemas antes de que ocurran.

Con tantos datos y tantos sensores, las aseguradoras podrían adoptar modelos totalmente nuevos, basados en el uso real que hace el cliente del bien asegurado. Por ejemplo, pagar una prima de coche solo cuando realmente lo utilizas o ajustar la cobertura de tu vivienda a los meses del año en que pasas más tiempo en ella. Además, gracias a esta información en tiempo real, las entidades podrán detectar siniestros apenas estén ocurriendo, ofreciendo una respuesta más rápida y eficiente. Incluso podrían identificar patrones de riesgo, asesorando al cliente sobre cómo prevenir problemas antes de que lleguen a convertirse en un reclamo.

Retos a tener en cuenta

No todo es tan sencillo, por supuesto. El IoT plantea desafíos en cuanto a seguridad y privacidad. Las aseguradoras deberán invertir en sistemas robustos que protejan datos sensibles, evitando filtraciones o usos indebidos de la información. La diversidad de dispositivos y sus diferentes estándares técnicos también puede complicar el análisis de los datos: lograr que todos “hablen el mismo idioma” no es una tarea menor. Además, habrá que navegar un entorno regulatorio en constante evolución, con normas cada vez más estrictas en materia de protección de datos.

Casos reales y escenarios futuros 

Ya existen ejemplos interesantes en la práctica. Empresas como Arantec están utilizando el IoT para anticipar fenómenos naturales que podrían causar daños, como avalanchas o inundaciones, ayudando así a prevenir problemas antes de que afecten a las personas. Por otra parte, los coches autónomos, repletos de sensores y conectados a la nube, podrían reducir drásticamente los accidentes de tráfico. Si esto se hace realidad, las pólizas de automóvil también tendrían que adaptarse, probablemente abaratándose y modificando su cobertura al disminuir el riesgo.

En definitiva, el IoT no es una promesa lejana. Está aquí, integrándose en la vida cotidiana y ofreciendo oportunidades inéditas al sector de los seguros. La clave estará en aprovechar esta tecnología para ofrecer experiencias más personalizadas, rápidas y seguras, y para forjar una relación más cercana y confiable entre aseguradoras, corredurías y clientes.

 

d) Un camino hacia la sostenibilidad: paso a paso, sin marcha atrás

Cuando hablamos de sostenibilidad en el sector asegurador, ya no pensamos en una simple tendencia pasajera, sino en un cambio profundo y permanente en la forma de entender el negocio. De cara a 2025, integrar los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) no será algo opcional ni un añadido simbólico. Por el contrario, cada vez más aseguradoras estarán realmente comprometidas con incorporar estos valores en sus productos, sus inversiones y su día a día.

¿Qué significa esto en la práctica? Imaginemos, por ejemplo, las pólizas que premian el uso de vehículos eléctricos o incentivan la eficiencia energética en el hogar. Más allá de una simple estrategia de marketing, estas iniciativas buscan alinear el negocio asegurador con las necesidades de un mundo que aspira a ser más respetuoso con el entorno. Para las corredurías, esta evolución no solo es una oportunidad para destacar en un mercado cada vez más competitivo, sino también una forma de conectar con clientes y colaboradores que valoran la responsabilidad ambiental y social. Al final, las personas quieren sentir que sus decisiones de consumo aportan algo positivo al planeta y a la sociedad.

Los datos también respaldan este viraje. Según un estudio de ICEA, el 87% de las aseguradoras en España ya ha definido o está desarrollando un plan estratégico de sostenibilidad. Además, al menos una de cada diez ya integra por completo los criterios ESG en su organización. Esto no es casualidad, sino el resultado de una creciente sensibilidad y de nuevos marcos regulatorios. Por ejemplo, la Directiva sobre Información Corporativa en Materia de Sostenibilidad (CSRD) de la Unión Europea —vigente desde enero de 2023— obligará a las empresas, grandes y pequeñas, a informar sobre sus impactos en ESG. Para las aseguradoras, cumplir con estas normas no será únicamente una obligación legal, sino también una forma de demostrar transparencia y reforzar la confianza de clientes, accionistas y la sociedad en su conjunto.

¿En qué se traduce esta integración de la sostenibilidad? Por un lado, vemos que las aseguradoras están incorporando los criterios ESG en su estrategia global, considerando el impacto a largo plazo de sus decisiones en el entorno y las comunidades donde operan. Por otro, esta visión se extiende a los productos y servicios. Lo que antes eran simples pólizas ahora pueden ser herramientas que incentiven comportamientos más responsables: pensemos en seguros que bonifican el consumo de energía renovable o que se adaptan a modelos de movilidad más limpios. Y no solo eso, también en el ámbito de las inversiones se nota el cambio: las aseguradoras revisan sus carteras para priorizar proyectos sostenibles y evitar sectores que no cumplan con estos estándares.

Por supuesto, este camino hacia la sostenibilidad no está exento de obstáculos. Recoger y analizar datos fiables, adaptarse a normativas que evolucionan rápidamente o encontrar el equilibrio entre rentabilidad y responsabilidad no siempre resulta sencillo. Pero, al mismo tiempo, estos desafíos se convierten en oportunidades: innovar en productos, mejorar la reputación corporativa y atraer a clientes y empleados comprometidos con el cuidado del planeta puede marcar la diferencia en un mercado que va más allá del precio y el servicio tradicional.

En definitiva, el horizonte 2025 nos muestra un sector asegurador en el que los criterios ESG han dejado de ser un simple “extra” para convertirse en parte integral de la estrategia. Las compañías que abracen con decisión esta transformación estarán más preparadas para enfrentar los retos de un mundo cambiante, fortaleciendo el vínculo con sus clientes y colaborando en la construcción de un futuro más sostenible y equilibrado. Porque, al final, todos —aseguradoras, corredurías, clientes y sociedad— salimos ganando cuando ponemos la sostenibilidad en el centro de la ecuación.

 

e) Ecosistemas digitales

Finalmente, el desarrollo de ecosistemas digitales será una tendencia a tener en cuenta. Se crearán alianzas estratégicas con empresas tecnológicas y otros sectores para ofrecer servicios integrados. Las corredurías podrán beneficiarse participando en estas redes, ampliando su oferta y mejorando su posicionamiento en el mercado.

 

Conclusión

El sector asegurador en 2025 estará marcado por imparable integración de tecnologías avanzadas que ya redefinen, y redefinirán, la forma en que operan aseguradoras y corredurías. Estas tendencias ofrecen oportunidades significativas para mejorar la eficiencia, atraer nuevos clientes y responder a las demandas de un mercado en constante evolución. Adoptar estas innovaciones no será solo una opción, sino una necesidad para mantenerse competitivo.

 

 

 

 

Fuentes:

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