La tecnología 5G se considera la cúspide de la transformación digital dentro de nuestra sociedad y nos introduce en la llamada cuarta revolución industrial. Es, por tanto, algo más que una evolución tecnológica, tal y como sucedía con las versiones anteriores. La pregunta que cabe hacerse es: ¿qué impacto tendrá en nuestras vidas y cómo afectará a la seguridad en las redes?
En qué consiste la tecnología 5G
El primer punto para comprender este nuevo paso en la transformación digital es tener claro en qué consiste exactamente la tecnología 5G. Las redes de comunicación de la quinta generación no suponen únicamente una mejora en la velocidad de la transmisión de datos, como permitió la llegada del 4G, sino que representan toda una revolución en la forma en que nos relacionamos con la conexión a Internet.
A través de los diferentes dispositivos conectados, se ofrecen nuevas experiencias en la interacción, así como multitud de nuevos servicios. Si el IOT o Internet of Things abarca cada vez más facetas de nuestras vidas, con la tecnología 5G cobrará el protagonismo. De este modo, sectores como la educación, el transporte, la sanidad o la banca, entre otros, se verán beneficiados por esta hiperconectividad.
Qué ventajas nos ofrece la tecnología 5G
Sin embargo, hablar de conectividad sin citar algún ejemplo puede resultar un concepto algo abstracto. Por lo tanto, y para que se entienda mejor el impacto de la tecnología 5G, vamos a ver cuáles son las ventajas que ofrece y qué nuevos servicios podrían incluirse en nuestro día a día.
Hay que tener claro que, a diferencia de la tecnología 4G, el objetivo no solo es, como hemos indicado, aumentar la velocidad, sino que la industria de las telecomunicaciones tiene como finalidad la integración de múltiples aplicaciones y soluciones. De forma que las experiencias del usuario vayan más allá del propio individuo, y permitan que este interactúe con su entorno, como dentro de una ciudad e incluso como sociedad.
Aumento de la velocidad
La transmisión de datos mejora con respecto al 4G en aproximadamente cien veces. Esto significa que, si ahora tardamos varios minutos en descargar un archivo de vídeo de una duración de dos horas, ahora será posible hacerlo en cuestión de segundos.
Reducción de la latencia
La latencia es la suma de los retardos temporales que se van generando dentro de una red. Al reducirse esta, podemos hablar con propiedad del concepto de tiempo real que tanto se menciona hoy en día. Al haber una reducción de esta a un milisegundo o menos en las respuestas entre sistemas, las aplicaciones se vuelven más interactivas.
Mejora de la flexibilidad
La disponibilidad de las conexiones rozará el 100%, es decir, que la cobertura será global. Así, la red dejaría de sufrir caídas y automáticamente se mejoraría la gestión de los dispositivos que se encuentren conectados al mismo tiempo.
Menor consumo
Aunque quizás este aumento de la velocidad y las prestaciones nos haga pensar en un consumo más elevado, lo cierto es que este se verá reducido. Con esto se permite que pueda utilizarse también en dispositivos de pequeño tamaño, e incluso en aquellos que se encuentren aislados, algo que no sucedía con las generaciones anteriores, que podían no ser soportadas.
El impacto en el día a día del futuro
Algunas compañías como Vodafone ya han comenzado con la puesta en marcha en 15 ciudades; sin embargo, el número de smartphones que soportan esta tecnología es aún bastante reducido. El despliegue de las redes se realiza por ahora bajo demanda, y no será hasta el año próximo cuando comiencen a desplegarse las infraestructuras a nivel comercial. Esto significa que el año de su desarrollo masivo será el 2022.
La tecnología 5G persigue la unión con la realidad aumentada y la realidad virtual, y por tanto, podría suponer la llegada de conceptos que ya hemos mencionado, como los vehículos autónomos. Estos se comunicarán entre ellos y con las señales y semáforos, de forma que se mejore la seguridad en las carreteras.
Pero más allá de la automoción, las funcionalidades podrían no tener límite. Además de la conexión en los hogares de todos los dispositivos, las ciudades ofrecerían también experiencias digitales muy avanzadas. Como, por ejemplo, la recreación por realidad virtual de un escenario en épocas anteriores, y que resultaría interesante de cara al turismo.
La reducción de la latencia mejoraría el almacenamiento para la banca, los eventos deportivos se retransmitirían por realidad virtual, o el transporte público podría incluir vídeos de alta calidad en streaming.
Y qué hay de la ciberseguridad
Cuando hablamos de evolución digital en las redes, el concepto de ciberseguridad siempre aparece, y no iba a ser menos en el caso de la tecnología 5G. La velocidad en las conexiones y en la transmisión de los datos puede implicar, a su vez, que los ataques también se propaguen al mismo ritmo y que se multipliquen. Asimismo, gracias al Internet de las Cosas el número de dispositivos conectados e interactuando entre ellos aumentará, por lo que se incrementa también el riesgo de que sean atacados.
Desde el punto de vista de los seguros, se abre un abanico de oportunidades, ya que la tecnología 5G no solo permitirá una mayor precisión en el cálculo de los riesgos, sino que aumentará la efectividad. De igual modo, las comunicaciones de las alertas serán más rápidas, se acelerará el proceso de reclamación y la interacción con los clientes será en tiempo real y con mayor calidad.
Pero todas estas mejoras permiten a los ciberdelincuentes atacar con mayor facilidad, desplegar bots, piratear dispositivos o atacar los sistemas. Situaciones que hoy en día ya se dan, pero que tendrán lugar en el futuro a una escala mucho mayor y con consecuencias nefastas.
No obstante, parece que las ventajas también acompañan a la tecnología 5G en este aspecto. Y es que su desarrollo implica la creación de un cifrado que permita el blindaje de los datos personales. Además, la velocidad es un arma de doble filo, y ayudará a detectar los ataques con mayor rapidez para ofrecerles una solución.
La Unión Europea ya se ha pronunciado al respecto, y ha elaborado un informe con los riesgos del desarrollo de esta tecnología, que deberá completarse con el apoyo de la Agencia de la Unión Europa para la Ciberseguridad o ENISA.
El futuro aún está por llegar, y aunque sabemos que implicará estar más conectados que nunca, todavía hay que esperar para ver sus aplicaciones. Lo que sí parece estar claro es que la ciberseguridad es una de las prioridades en su desarrollo, y hasta que esta y la responsabilidad hacia la ciudadanía no puedan garantizarse, no se implantará de una forma global.
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