Adaptarse o morir. Así es la realidad de cualquier empresa que quiera sobrevivir en un entorno altamente competitivo y dinámico. La gestión del cambio se vuelve un reto para las organizaciones familiares, pero es, sin duda, una gran oportunidad de crecimiento.
La gestión del cambio en las organizaciones familiares
Las empresas familiares representan en nuestro país el 80% del total. Son, por tanto, una figura clave para la creación de empleo y la actividad mercantil. A pesar de su importancia dentro de la economía, este tipo de organizaciones son, debido a su tamaño, especialmente vulnerables.
La gestión del cambio para una organización familiar supone todo un reto. La estructura organizativa de estas empresas tiende a carecer de la flexibilidad requerida para adaptarse con rapidez. Además, puesto que sus recursos suelen ser más limitados al tratarse de pequeñas y medianas empresas, resulta más complejo afrontar cambios en términos monetarios.
Para cualquier empresa familiar que desee sobrevivir en un entorno competitivo, la gestión del cambio no puede pasarse por alto. La transformación digital, a veces concebida como un fin en sí mismo, no es más que un medio. Gracias a ella, se facilitan las relaciones y la comunicación con el cliente final y se reducen los costes.
La compra online, los trámites telemáticos, los pagos desde un dispositivo móvil o el internet of things son algunos ejemplos de los avances tecnológicos. Nos guste o no, el futuro es la economía digital, y la única opción posible es la gestión del cambio para adaptarse.
Cómo gestionar el cambio
Con la transformación digital, solo queda adaptar los procedimientos a aquellos que el mercado marca. Toda empresa debe tener en la actualidad una página web en la que dar a conocer sus productos y servicios, y que disponga de vías de contacto. La redacción de contenidos y la presencia en las redes sociales son también aspectos clave para adaptarse a las nuevas demandas del mercado.
En cuanto a la gestión del cambio internamente, son varios los puntos que deben fomentarse. Para que esto sea posible debe contarse con una directiva que sea emocionalmente inteligente y sepa adaptarse. De lo contrario, habrá que comenzar con la flexibilización desde ese punto.
Participación y apertura
Toda empresa familiar debe facilitar el acceso de posibles clientes potenciales, tanto si pertenecen a su público objetivo como si no. Además, debe fomentarse el desarrollo de cualquier iniciativa que permita tener actividad tanto online como offline. Estas dos opciones deben desarrollarse de manera paralela.
Horizontalidad y transparencia
La participación dentro de una empresa favorece la motivación y la productividad. Por estos motivos, tanto si se trata de personas que son parte de la familia como si no, debe fomentarse su integración en los procesos y actividades que se lleven a cabo. Además, esto debe mantenerse con independencia del estatus que tengan dentro de la organización.
En cuanto a la transparencia, la información debe circular también de manera bidireccional e incluir a todos los miembros.
Reciprocidad
La reciprocidad en la gestión del cambio hace posible desarrollar una participación que permita intercambiar opiniones, puntos de vista e información de carácter digital. La interactividad es una parte fundamental de cualquier entorno tecnológico, por lo que debe estar presente.
La gestión del cambio, como hemos dicho, supone un reto para una empresa familiar. Sin embargo, aprender a adaptarse es la única vía posible para poder continuar la actividad en cualquier sector. El cambio debe ser concebido como una oportunidad y no como una amenaza.
