PILDORAS DE CONOCIMIENTO

Dirección de equipos en los nuevos tiempos

por CORREDURÍA INTELIGENTE

13 septiembre 2021    •  10 minutos de lectura

La pandemia ha sido el impulso que nos faltaba para terminar de adentrarnos en la transformación digital. Pero además de los retos tecnológicos que ha supuesto, el ambiente de incertidumbre que la crisis ha desencadenado y la nueva normalidad que le sigue han generado uno mayor desde el punto de vista emocional como individuos. Para afrontarlos, la dirección de equipos debe también renovarse y adaptarse a las nuevas necesidades de sus empleados y clientes.

El impacto de la pandemia en la dirección de equipos

El sector asegurador se ha considerado un servicio esencial por el carácter compensador y reparador de las prestaciones y las indemnizaciones. Sin embargo, también se ha visto afectado por las consecuencias de la crisis económica y social desencadenada. Aunque ha sabido adaptarse al teletrabajo y a los nuevos requisitos para la comunicación, las carteras de clientes han sufrido bajas y resultará más complejo atraer a otros nuevos a corto y medio plazo.

Si la inversión en determinados seguros puede aumentar fruto de la pandemia, el grueso de la población ha presenciado cómo su poder adquisitivo se ha visto truncado por los despidos, los expedientes de regulación y el cierre temporal de numerosos negocios. Las políticas actuales se centran en ofrecer ayudas a familias y empresas, como medidas para recuperar la economía y evitar la sumergida, pero a pesar de ello, todavía nos encontramos en una situación de incertidumbre.

Además de las políticas externas que se toman a nivel estatal, dentro de cada empresa, y en concreto en el sector asegurador, debe tener lugar una readaptación a esta nueva realidad. Esta no solo debe permitir comprender la situación personal de clientes y empleados. También, debe ser capaz de ofrecer un liderazgo adaptado a las circunstancias actuales.

La dirección de equipos cobra así importancia. Además de la adaptación a las nuevas tecnologías que se venía experimentando y que se ha visto acelerada, la vulnerabilidad en la que nos encontramos como individuos requiere de un liderazgo más humano y empático que nunca.

Pero antes de centrarnos en las posibilidades futuras, que inevitablemente se centrarán en la formación continua y en estos nuevos líderes, es interesante conocer la modificación de los procesos en este período intermedio entre la realidad anterior y la nueva normalidad.

El proceso de adaptación intermedio

La experiencia es la que nos muestra la dirección que debemos tomar. Durante las semanas de teletrabajo, y más allá de los retos que ha supuesto, se han delineado también lo que son los pilares de esta nueva era.

La cercanía y la proximidad en las redes

Si ya teníamos claro que las corredurías debían aumentar su presencia en el entorno digital, las circunstancias actuales son la prueba definitiva de que es prácticamente la única vía a seguir. Las nuevas generaciones ya anunciaban el camino, pero ahora, incluso aquellas más reacias a las tecnologías han tenido que afrontar también este nuevo reto.

Las redes han permitido que en la distancia se produzca un acercamiento; todo un avance para conocer las inquietudes y las necesidades actuales. Además, se ha logrado una mejora de la atención al cliente y de su experiencia, al potenciarse la venta cruzada y reducirse el tiempo invertido en las tareas administrativas, lo que se traduce como una mejora también de la eficiencia.

Refuerzo de la formación

Para progresar con rapidez no solo hay que trabajar como grupo, sino que también es indispensable que como individuos se alcancen las competencias pertinentes. Desde la dirección de equipos se ha impulsado la formación continua en diferentes campos. Por ejemplo, el funcionamiento de las redes sociales y las oportunidades que pueden surgir en el entorno digital, los ciberriesgos y la gestión de estos y la inteligencia emocional.

Aumento de la comunicación

La dirección de equipos ha hecho énfasis en la comunicación diaria para reforzar el diálogo y la cooperación entre todos los miembros, por ser la única vía para superar entre todos la situación actual. Este compromiso no solo permite la inclusión y la integración, sino que refuerza también el entendimiento uno a uno.

Y desde otro punto de vista, el aumento en la comunicación ha ido ligado a la motivación. Aunque el teletrabajo haya facilitado la interacción conjunta, la distancia y las circunstancias personales pueden afectar al rendimiento, por lo que se ha debido potenciar el apoyo entre unos y otros y el sentido de pertenencia.

Si estas han sido las medidas iniciales tomadas, el relevo se agrupa, como hemos indicado, en dos grandes categorías: la continuación del aprendizaje y un nuevo liderazgo en la dirección de equipos que mantenga el aspecto emocional.

Qué camino escoger

No existe una fórmula perfecta para el éxito, y cada correduría debe hacer un análisis de sus fuerzas y debilidades e identificar de qué manera puede aprovechar las oportunidades existentes. Todo dependerá también del nivel de adaptación que ya se tenía a los nuevos entornos y de su propia capacidad para responder y seguir adaptándose al cambio.

Pero lejos de profundizar en las particularidades de cada empresa, lo ideal es abordar ambos aspectos de manera conjunta. Esto es, continuar aprendiendo y adaptándose a las nuevas necesidades y saber guiar este cambio desde la dirección de equipos, ya que además de competencias relacionadas puramente con el sector, también deben trabajarse las habilidades interpersonales, la automotivación, las aptitudes y los procesos de venta.

Todos estos aspectos que forman parte de la gestión de equipos comerciales no pueden desarrollarse ni potenciarse si no van acompañados de un liderazgo que los conozca y los domine. El carisma y los perfiles autoritarios deben ceder el paso a aquellos líderes que sobresalen en sus habilidades interpersonales. Si la experiencia del cliente y una atención personalizada han tomado el protagonismo, en el plano interno de una organización también debe potenciarse ahora la solidaridad como equipo, el apoyo individual y la empatía.

Cada perfil profesional cuenta con sus propias habilidades, por lo que a la hora de trazar nuevas metas y expectativas adaptadas a la nueva normalidad, estas deben tenerse presentes para lograr que cada uno dé lo mejor de sí mismos. Aquellos miembros que más destaquen en alguna aptitud podrán servir también como formadores del resto. Así, además de aprovechar el conocimiento interno, se favorece la unidad y el sentido de pertenencia.

El nuevo liderazgo

Aunque la adaptación empieza de manera individual, esta se extiende a todos los ámbitos de una empresa y a todo el personal que forma parte de ella. Desde quienes trabajan de cara al público hasta quienes se encuentran en el punto más alto de la directiva.

Pero mientras que la formación debe personalizarse en cada organización de manera particular según sus características y sus necesidades, las aptitudes de los líderes en la dirección de equipos pueden establecerse con mayor facilidad. Para marcar el rumbo, es necesario contar con una adecuada dirección de equipos, y la figura del nuevo líder se vuelve imprescindible para conducir a los demás.

Pero ¿cuáles son en esta nueva normalidad las características o rasgos de este perfil de liderazgo actual? A grandes rasgos, no solo debe ser capaz de dominar las herramientas tecnológicas, sino también impulsar su utilización, ser flexibles para adaptarse de manera continua y saber establecer cuáles son las nuevas prioridades y expectativas desde un punto de vista objetivo a la vez que empático. A continuación, profundizaremos en ellas.

Comunicación clara y bidireccional

La situación vivida durante la pandemia ha requerido la apertura de nuevos canales, tanto de comunicación como de distribución. Asimismo, en esta nueva normalidad donde las empresas retoman algunos de sus antiguas costumbres, se plantean nuevas dudas y retos a los que la dirección de equipos debe ser capaz de dar respuesta.

Además de la utilización de nuevas herramientas digitales sin período adaptativo, la preocupación por la inestabilidad laboral y la crisis económica generan nuevas inseguridades. Ante este panorama, la transparencia y la empatía cobran protagonismo. Ya que además de ofrecer información clara y detallada, se deben tener en cuenta las necesidades emocionales de cada persona.

Colaboración y trabajo en equipo

Las nuevas vías comunicativas deben abrirse tanto a nivel individual como grupal. El liderazgo que se necesita en la actualidad debe ser de equipos. Una empresa no deja de ser un ecosistema en el que se integran diferentes relaciones y elementos. Y es a partir de la unión de todos sus miembros cómo surgen las iniciativas.

Los nuevos líderes de la dirección de equipos deben ser capaces de crear estos y motivarlos. Cuando se adquiere la suficiente confianza y determinación, puede hacerse frente a cualquier reto que se presente. De este modo, se hace posible también delegar determinadas tareas, que a su vez potenciar aún más dicha confianza y la pertenencia.

La tecnología se convierte en una gran aliada para ello, por lo que debe impulsarse su uso. Especialmente entre quienes se muestren más reacios a esta. A través de ella pueden generarse conversaciones y documentos de tipo colaborativo y participativo.

Nuevas prioridades y objetivos

Explorar nuevos caminos y abrirse a la experimentación de nuevas herramientas digitales no equivale a no tener clara la dirección que se debe tomar. Por lo tanto, la dirección de equipos debe recordar su propósito y continuar redefiniendo y estableciendo objetivos que estén actualizados de acuerdo con la nueva realidad a la que nos enfrentamos. De esta manera, los equipos podrán continuar creciendo y desarrollándose en esta nueva realidad.

Además de trazar el rumbo y especificar las metas a conseguir, las prioridades también deben marcarse. De modo que, ante situaciones de incertidumbre, cualquier miembro del equipo sea capaz de identificar el modo de actuar para no desviarse de los objetivos trazados.

Ajustar las previsiones y las expectativas

De la mano de los objetivos a conseguir, encontramos las expectativas. El sistema de medición de los primeros debe quedar definido y, en segundo lugar, especificar cuáles son los resultados que se espera del personal. Ante este nuevo panorama, la dirección de equipos debe apostar por encontrar nuevas vías de actuación. De manera que la experimentación constituya un camino posible y recomendable.

Por otra parte, además de recordar el porqué de los propósitos, debe potenciarse la monitorización. Al incrementar las conversaciones, así como la frecuencia y el contenido del feedback, se fomenta la motivación al sentir que cumplen con las expectativas y que avanzan en la dirección correcta.

Humanidad y solidaridad

La pandemia ha logrado sacar lo mejor y lo peor de nuestra sociedad. Esos aspectos positivos cargados de humanidad y solidaridad son también características que no pueden faltar en los líderes de la dirección de equipos.

Ser capaces de entender la situación en la que se encuentra cada persona de nuestro entorno denota una empatía que es necesaria para lograr la inclusión. Además de esta, se debe transmitir confianza y serenidad y tener la capacidad para delegar. Así, se convierte a esta situación de crisis en una oportunidad para mejorar y lograr la excelencia.

Flexibilidad

Los nuevos líderes deben disponer de una visión estratégica. Esto es, saber anticiparse a las necesidades y los retos del futuro. Y una vez que estos lleguen, saber cómo lograr que todo el equipo se adapte con la mayor brevedad que sea posible. Para actuar con rapidez es necesario ser flexible y estar abiertos al cambio, incluso cuando este implica modificar la estrategia en diversas ocasiones. La adaptación a un entorno cambiante es sin duda la clave para el éxito.

Entre tanta incertidumbre, es más que probable que la dirección de equipos en esta nueva normalidad deba continuar transformándose. Así, debe potenciarse la flexibilidad y la capacidad para adelantarse a las necesidades, tanto de los consumidores como de la plantilla y de las circunstancias. Son, desde cualquier punto de vista, tiempos de cambios.

 


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